El Rey del jamón

 

Auténtico y sin aspavientos, lo ha conseguido: 22 jamones ibéricos y 30 botellas de bebidas alcohólicas.

Máquina, flecha, portento. No hay calificativos para este maestro.
Ni Ipads, ni portátiles, ni joyas.

El jamón ibérico, el del país, el que sea, ha sido objeto de deseo desde que España era Romana. Muchos hay que los “furtan”, pero pocos con tronío.

El arte de birlar las paletillas delante del público, dando la cara y con pase de verónica sólo lo ha bordado este genio. Rabo y orejas por el pase de pecho.

Un ojo en la cámara de seguridad y otro sobre el tendido, metía la muleta  en cuestión de dos segundos. Y sin dejar rastro, con limpieza, sin molestar, tocino y buenas carnes para revender.

De San Juan a Paterna, pasando por San Vicente del Raspeig, ha paseado su arte delante de  los más estrictos jurados. Sólo el recuento y la contabilidad sembraron la duda, y al final, salió a hombros de la guardia civil.

Pero robar para comer, si bien es delito, no es del todo mala faena.

Ójala fuera ese el mal de otros artistas que se han llevado la gloria sin valentía ni coraje.

Lo mejor: ha sido indultado, y que siga el espectáculo.

El Rey del jamón ha vuelto. Hay cartel para rato, y para embolaos de verano me quedo con éste, que los otros no los entiendo.

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